El dentista es, para algunas personas, alguien a quien evitar a toda costa. Un miedo irracional o malas experiencias pasadas pueden hacer que se torne traumática la idea de visitar un consultorio odontológico.
¡Queremos ayudarte! Por eso acá te explicaremos qué desencadena ese miedo; y también te dejamos unos consejos para que confíes la atención de tu boca a un profesional.
El miedo a repetir una mala experiencia nos da a todos en cualquier contexto. Lo más habitual es que el miedo a ir al especialista se desarrolle desde la infancia. Una primera consulta muy invasiva, asociación de asistir al médico con castigo, entre otras razones.
Además, no siempre se trata de experiencias propias, saber que alguien más pasó por algo negativo aumenta tu desmotivación a ser atendido.
La sensación de inseguridad muchas veces viene dada por la falta de información de lo que pasará mientras te atienden. ¿Me harán algo doloroso? ¿Y si lo que tengo es peor de lo que pienso?. En general, esto ocurre porque te planteas muchos escenarios por adelantado y terminas agobiandote.
Cuando se tiene una referencia poco realista (películas, relato de terceros), incluso un procedimiento simple puede parecer una tortura. En consecuencia, tener que someterse a una intervención quirúrgica o tratamiento crea malas expectativas. Lo cierto es que el umbral de dolor es algo muy personal, y varía en cada paciente.
¿Quién no ha arrugado la frente al ver el torno o instrumental rotatorio? Su ruido y vibración inmediatamente ponen a muchos a la defensiva, aunque la intervención sea indolora.
Así como ese instrumento en particular, los artefactos simples no es que sean muy populares. Hay que aclarar: actualmente es posible hacer tratamientos sin ningún dolor, gracias a los distintos tipos de anestesia.
Aunque la jeringa de sedación es utilizada para bloquear el dolor, pocos están dispuestos a recibir el pinchazo. No obstante, hay diferentes técnicas de sedación complementarias:
La odontofobia es un miedo irracional, que genera pánico en los pacientes. La sola conversación acerca de un tratamiento dental es incómoda; por lo que asistir a una consulta resulta impensable; ya que te anticipas a la experiencia de manera negativa.
Si el miedo interfiere en la toma de decisiones oportunas para atender tu salud oral, padeces fobia dental, un tipo de trastorno de ansiedad, que genera angustia y rechazo a niveles exagerados.
Dos veces al año debes ir a consulta odontológica para chequeos regulares. De no hacerlo, corres el riesgo de desarrollar una enfermedad bucodental; pero también pudieras comprometer tu salud en general.
Aunque tengas una eficiente higiene oral, la limpieza profesional es necesaria una vez al año para mantener tus dientes libres de placa. Si dejas pasar mucho tiempo, esa película pegajosa se convierte en sarro.
Progresivamente la presencia de bacterias en esa capa endurecida daña el esmalte dental, causando caries; pero aún peor, si las bacterias ingresan al torrente sanguíneo, corres el riesgo de padecer enfermedades sistémicas.
Por lo tanto, las enfermedades periodontales son altamente riesgosas para mujeres embarazadas, pacientes con diabetes o con problemas cardíacos.
En relación con lo anterior, ignorar los controles regulares y síntomas que alertan algún tipo de enfermedad periodontal, pueden ocasionar la pérdida dental.
Si tienes una caries, requieres tratarla cuanto antes para evitar que se convierta en absceso. Llegado el punto de requerir un tratamiento de conducto, será más probable que te niegues a ir a consulta por considerarlo aún más doloroso.
Esto solo empeorará tu diagnóstico y podrías perder el soporte dental y sufrir caída de la pieza dentaria o requerir la extracción.
La enfermedad de las encías (gingivitis) suele ser muy común en personas con higiene bucodental deficiente. También en pacientes con algún tipo de enfermedad o toma de medicamentos. Es el nivel más leve y controlable de una enfermedad periodontal.
De no tener la debida atención, las consecuencias inmediatas pueden afectar tu relación social y autoestima. Halitosis, dientes manchados y molestias en boca, entre otros síntomas.
La afinidad con el profesional tratante resulta un factor determinante en quienes temen someterse siquiera a una valoración. Si te resulta más confiable, pide la referencia de amigos o conocidos.
Lo mejor es elegir la primera hora de la mañana, para que no pases mucho tiempo pensando en la consulta. Evita concertar la cita los días que tengas muchas cosas por hacer, ya que podrías sumar angustia y tensión.
Agenda una primera cita para aclarar dudas con el experto; incluso antes de cualquier revisión. Aprovecha para expresarle tus miedos y que juntos puedan hallar la manera más adecuada de iniciar cualquier tratamiento.
Conocer las instalaciones y el personal que atiende te ayudará a ganar confianza.
En caso de que requieras un tratamiento que te genera temor, te recomendamos iniciar con un procedimiento simple, como la limpieza dental profesional.
Esto resulta muy efectivo durante la espera. Conversa con tu odontólogo para saber si puedes usar los auriculares mientras hace su trabajo. Si es así, escuchar tu música favorita podrá controlar la ansiedad.
Conversa con tu profesional en salud oral para que acuerden un gesto mediante el cual se haga una pausa, mientras retomas la calma. Así evitarás aferrarte al brazo del profesional dental por impulso o hacer un movimiento brusco.
Aunque es habitual que los pacientes acudan a consulta un poco nerviosos, algunas personas llegan a desarrollar odontofobia. Si es tu caso, prueba con estos consejos que te hemos dejado por acá o acude con un especialista.
En DentiSalud te brindamos el apoyo que necesitas para superar tus inseguridades y cuidar de tu salud bucal. Visítanos para conocer a nuestro equipo de profesionales y las instalaciones.
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