Un diente infectado es un riesgo para tu salud en general. Se trata de la acumulación de pus dentro de la cavidad pulpar por el ataque de bacterias. Si estás en esta situación, consideralo una urgencia odontológica.
Atenderlo a la mayor brevedad, permitirá aliviar el dolor y bajar la inflamación en primera instancia; además de evitar que la infección empeore.
El odontólogo tratará el absceso dental drenando el material infectado y limpiando la cavidad. Dependiendo del daño, es posible salvar la pieza dental con un tratamiento de conducto; sin embargo, hay casos que ameritan extracción.
La principal causa de una infección en el diente es una caries no tratada. Además, se suman otros factores: traumatismo, fisura, una enfermedad periodontal o un mal arreglo en la pieza.
Toda grieta en el esmalte del diente vuelve vulnerable el centro al exponerlo a las bacterias; una zona sensible por estar compuesta de vasos sanguíneos, nervios y tejido conjuntivo.
Razón por la cual, la infección puede extenderse desde la raíz del diente; afectar los tejidos que lo rodean y llegar hasta los huesos que lo sostienen.
Más allá de los factores de riesgo, existen condiciones de origen que aumentan la probabilidad de tener un absceso dental:
Los signos y los síntomas de un diente infectado son diversos. Principalmente está el dolor intenso y punzante localizado o hacia las zonas del cuello o la oreja. Otros son:
Cuando no se trata el absceso, la infección dental se extiende a otras partes del organismo.
Cuando un absceso no es tratado en un estado leve, puede llegar a afectar el hueso de la mandíbula.
Estos casos son muy delicados, porque los abscesos son más propensos a reventarse. Si no se drena completamente el pus, podrías tener sepsis. Se trata de una respuesta natural de tu organismo para atacar la infección que libera sustancias químicas inmunitarias en la sangre.
Dichas sustancias causan inflamación generalizada, acompañada de coágulos de sangre y fugas en los vasos sanguíneos. Esto trae como consecuencia una alteración en la circulación sanguínea, dañando a los órganos por fallas de nutrientes y oxígeno.
Si tu sistema inmunitario está débil y no te tratan el absceso dental, el riesgo de una infección generalizada es alto.
Existen varias formas de abordar el absceso dental para curarlo, según el estado de la infección. Una vez valorado por el profesional dental, las opciones podrían ser:
Si tienes fiebre, hinchazón en la cara o dificultad para respirar o tragar debes acudir inmediatamente a consulta con el especialista. Estos síntomas son alerta de que la infección se ha extendido más profundamente.
Así como la causa principal de un diente infectado es una caries no tratada, entre otros como se mencionó antes, a nivel preventivo se debe evitar su aparición. Para ello sigue estos consejos:
Si tienes un daño evidente en el esmalte o sientes dolor, tu odontólogo es el indicado para tratarte. Insistimos en que no te automediques; solo hará que postergues la valoración profesional y podrías comprometer la recuperación del diente y la salud general.
Tener un diente infectado no necesariamente conlleva una pérdida de la pieza dental, pero sí amerita la atención a tiempo. Con la intervención temprana del especialista, los daños serán más localizados, la solución menos compleja y la recuperación más rápida.
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